miércoles, 18 de octubre de 2017

SENTIDO DEL TACTO



COLEGIO ENRIQUE OLAYA HERRERA.     BOGOTÁ. 2017.
ÁREA: CIENCIAS NATURALES Y EDUCACIÓN AMBIENTAL        FECHA_____________
ASIGNATURA: BIOLOGÍA  OCTAVO     PROFESORA: CLARA ISABEL PEÑA PINEDA
NOMBRE DEL ESTUDIANTE___________________________________________                            
GUÍA:  SENTIDO DEL TACTO
INDICADORES DE LOGRO
1    CONOCER LAS PARTES QUE CONFORMAN LA PIEL
2    IDENTIFICAR LAS  FUNCIONES DE CADA UNA DE LAS PARTES DE LA PIEL 
3    UBICAR CADA UNA DE LAS ESTRUCTURAS DE LA PIEL

SENTIDO DEL TACTO
El sentido del tacto es el encargado de la percepción de los estímulos que incluyen el contacto y la presión, los de temperatura y los de dolor. Su órgano sensorial es la piel. La mayoría de las sensaciones son percibidas por medio de los corpúsculos, que son receptores que están encerrados en cápsulas de tejido conjuntivo y distribuido entre las distintas capas de la piel.
La piel humana constituye el revestimiento del cuerpo humano y, además de determinar su aspecto exterior, cumple diversas funciones básicas primordiales:
Una función que desempeña la piel es que actúa como primera barrera protectora frente a múltiples agresiones externas.
Ayuda a mantener constante la temperatura corporal y también el medio físico-químico interno.
Constituye una reserva de energía en su tejido adiposo y como órgano sensorial, pues es la sede del sentido del tacto.
Este sentido es fundamental, ya que los demás se consideran especializaciones del tacto. Así, para percibir los sabores es necesario que el alimento se ponga en contacto con la lengua. Lo mismo pasa con los olores, que deben tocar la pituitaria. Vemos un cuerpo cuando la luz que este emite o refleja toca la retina. Los sonidos deben chocar contra el tímpano para que se inicie la vibración que nos generará la audición.
Si te preguntan cuál es el órgano más grande del cuerpo, lo más probable es que respondas que el corazón o tal vez los pulmones. Sin embargo, la respuesta correcta es: la piel, que además es el órgano de mayor sensibilidad táctil.
A través de la piel percibimos todo tipo de sensaciones, cada una de las cuales tiene receptores específicos: la sensación táctil –contacto–, la presión, el frío, el calor y el dolor. Se estima que en la piel humana existen alrededor de cuatro millones de receptores para la sensación de dolor, 500 mil para la presión, 150 mil para el frío y 16 mil para el calor.
La piel es una envoltura ligera y resistente que cubre por completo nuestro cuerpo. Mide alrededor de dos metros cuadrados, ocupa más de un tercio de la sangre que bombea el corazón y pesa entre tres y cuatro kilos, dependiendo de la altura y contextura de cada persona. Su espesor depende de la región del cuerpo en la que se encuentre. La piel más fina es la de los párpados.
El color de la piel varía debido a los pigmentos que existen en sus células. La melanina, que abunda en las personas de raza negra, tiene por función proteger la piel del sol. Es por eso que las personas de este color provienen de las zonas tropicales, donde los rayos solares llegan de manera más directa.
La carotina, que es un pigmento amarillo, está presente en la piel de los asiáticos y tiene por objeto proteger de ciertos rayos solares perjudiciales.
Las personas blancas, que viven en zonas más frías, no tienen pigmentos. Sin embargo, la melanina sigue presente en las células y se activa con el exceso de luz ultravioleta. Por eso nuestra piel se oscurece o tuesta en el verano, al exponernos al sol.
Las pecas o efélides son irregularidades en la distribución de melanina, de origen familiar y racial, pero con predominio en las áreas expuestas al sol en personas de piel sensible.

PARTES QUE FORMAN A LA PIEL.
FOLÍCULOS PILOSOS: formaciones donde se generan los pelos, filamentos de mayor o menor grosor y de diversa coloración que están presentes en la mayor parte de la superficie corporal.
RECEPTORES SENSITIVOS: terminaciones nerviosas o estructuras más complejas cuya misión es detectar presiones, sensaciones táctiles y térmicas. Los corpúsculos de la piel
La mayoría de las sensaciones son percibidas por medio de los corpúsculos, que son receptores que están encerrados en cápsulas de tejido conjuntivo y distribuidos entre las distintas capas de la piel –epidermis, dermis e hipodermis, desde la superficie hacia abajo–.
Los receptores encargados del tacto o de la sensación de contacto son los corpúsculos de MEISSNER, que nos permiten darnos cuenta de la forma y tamaño de los objetos y discriminar entre lo suave y lo áspero.
Los corpúsculos de PACINI son los que determinan el grado de presión que sentimos; nos permiten darnos cuenta de la consistencia y peso de los objetos y saber si son duros o blandos. En algunos casos, el peso se mide de acuerdo al esfuerzo que nos causa levantar un objeto. Por eso se dice que el peso se siente por el “sentido muscular”.
Los corpúsculos de RUFFINI perciben los cambios de temperatura relacionados con el calor –nuestra temperatura normal oscila entre los 36 y los 37 grados– . Especialmente sensible a estas variaciones es la superficie o cara dorsal de las manos.
En tanto, los corpúsculos de KRAUSE son los encargados de registrar la sensación de frío, que se produce cuando entramos en contacto con un cuerpo o un espacio que está a menor temperatura que nuestro cuerpo.
Las distintas impresiones del tacto son transmitidas por los diferentes receptores a la corteza cerebral, específicamente a la zona ubicada detrás de la cisura de Rolando.
GLÁNDULAS SUDORÍPARAS: producen el sudor, secreción compuesta de agua y pequeñas cantidades de sales minerales y sustancias de desecho que sirve para regular la temperatura corporal, pues su evaporación tiene un efecto refrescante.
EPIDERMIS: capa superficial de la piel formada por diversos estratos de células que están en contacto directo con el exterior.
DERMIS: capa intermedia de la piel compuesta por células y por fibras de tejido conjuntivo, que alberga diversos anexos cutáneos y esta provista de abundante vascularización y de una rica inervación sensitiva.
HIPODERMIS: capa más profunda de la piel, tiene diferente grosor en las distintas partes del cuerpo y contiene abundante tejido adiposo que actúa como reserva energética y como aislante térmico.
El dolor: El dolor tiene sus propios receptores, llamados álgidos, que son terminaciones libres –nervios– presentes en casi todos los tejidos del cuerpo, en la parte más profunda de la epidermis y distribuidas entre las cápsulas de los diferentes corpúsculos.

Cuando el estímulo supera los límites normales –frío por debajo de los 0° Celsius, calor por encima de los 70° C, presión excesiva, punción o desgarradura de la piel– es captado por estas terminaciones, produciéndose el dolor. Por ejemplo, si la piel entra en contacto con un papel en llamas, la sensación ya no es de calor, sino de mucho dolor.
Cuando las células son dañadas, liberan sustancias que provocan un impulso que surge de las terminaciones nerviosas.
Una vez transmitida la información al cerebro, se liberan endorfinas, que bloquean el dolor. Lo mismo hacen los analgésicos, por mecanismos diferentes.

Los impulsos dolorosos llegan al cerebro a través de dos tipos de fibras nerviosas, con distinta velocidad de transmisión: las rápidas, de 12 a 30 metros por segundo (m/s), y las lentas, de 0,5 a 2 m/s. Es por esto, que existen dos tipos de dolor: el rápido, que es agudo, breve y muy bien localizado, que hace que reaccionemos retirando la parte del cuerpo afectada; y el lento, que es un dolor intenso pero difuso, que se mantiene hasta que se alivia la zona dañada.







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